She
was fastidious. The clerk could not make her
out; he could not reconcile her shoes with
her stockings, and she was not too easily
pleased. She held back her skirts and turned
her feet one way and her head another way
as she glanced down at the polished, pointed-tipped
boots. Her foot and ankle looked very pretty.
She could not realize that they belonged to
her and were a part of herself. She wanted
an excellent and stylish fit, she told the
young fellow who served her, and she did not
mind the difference of a dollar or two more
in the price so long as she got what she desired.
Era exigente.
El empleado no supo qué hacer con
ella. No pudo conciliar sus zapatos con
sus calcetines y no era fácil de
satisfacerla.
Levantó sus faldas dio media vuelta
con su pie en una dirección y media
vuelta con su cabeza en la otra dirección
mirando por abajo a sus zapato pulido y
puntiagudo. Su pie y su tobillo se veían
bien. No podía creer que pertenecían
a ella y que eran
parte de ella. Dijo al hombre joven que
quería algo según la moda
y que pega bien y que no le importa un dólar
más o uno menos, previsto que recibiera lo que quería.
It was a long
time since Mrs. Sommers had been fitted
with gloves. On rare occasions when she
had bought a pair they were always "bargains,"
so cheap that it would have been preposterous
and unreasonable to have expected them to
be fitted to the hand.
Desde hace mucho tiempo Mrs. Sommers no
llevaba guantes. Las raras veces que había
comprado algunos eran siempre de rebaja,
tan barato que habría sido ridículo
y sin sentido de esperar que pegaran con
la mano.
Now she rested her
elbow on the cushion of the glove counter,
and a pretty, pleasant young creature, delicate
and deft of touch, drew a long-wristed "kid"
over Mrs. Sommers's hand. She smoothed it
down over the wrist and buttoned it neatly,
and both lost themselves for a second or
two in admiring contemplation of the little
symmetrical gloved hand. But there were
other places where money might be spent.
Ahora se quedó apoyado en los codos
sobre la almohada del mostrador de los guantes
y un ser lindo, agradable y joven, delicado
y con los dedos ágiles puso un guante
de cuero de cabra fino cuyo mango depasaba
la muñeca sobre su mano. Ambas se
perdieron por un momento en la contemplación
admirativa de la mano cubierta de un guante
simétrico. Pero había otros
lugares donde se podía gastar dinero.
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