page 06 _______________Young Goodman Brown by Nathaniel Hawthorne





"If it be as thou gayest," replied Goodman Brown, "I marvel they never spoke of these matters; or, verily, I marvel not, seeing that the least rumor of the sort would have driven them from New England. We are a people of prayer, and good works to boot, and abide no such wickedness."
-Si es como usted dice -respondió Goodman Brown-, me sorprende que jamás hablaran de estas cosas; o, en realidad, no me sorprende, en vista de que el menor rumor al respecto los habría expulsado de Nueva Inglaterra. Somos gente de oración y, por si fuera poco, gente de buenas obras, y no practicamos semejantes maldades.

"Wickedness or not," said the traveller with the twisted staff, "I have a very general acquaintance here in New England. The deacons of many a church have drunk the communion wine with me; the selectmen of divers towns make me their chairman; and a majority of the Great and General Court are firm supporters of my interest. The governor and I, too--But these are state secrets."
-Maldades o no -dijo el caminante del bastón retorcido-, gozo de un trato muy amplio aquí en Nueva Inglaterra. Los diáconos de más de una parroquia han bebido conmigo el vino de la comunión; los administradores de diversos pueblos consideran que soy su presidente; y en la Asamblea Legislativa la mayoría de los miembros apoya firmemente mis intereses. Además, el Gobernador y yo... Pero esos son secretos de Estado.

"Can this be so?" cried Goodman Brown, with a stare of amazement at his undisturbed companion. "Howbeit, I have nothing to do with the governor and council; they have their own ways, and are no rule for a simple husbandman like me. But, were I to go on with thee, how should I meet the eye of that good old man, our minister, at Salem Village? Oh, his voice would make me tremble both Sabbath day and lecture day."
-¿Podrá ser cierto? -exclamó Goodman Brown, lanzando una mirada de estupor a su desaprensivo acompañante-. Sea como sea, no tengo nada que ver con el Gobernador o la Asamblea. Ellos hacen lo que les parece y no tienen autoridad sobre un simple granjero como yo. Pero, si yo siguiera con usted, ¿cómo podría darle después la cara a ese buen anciano, a mi pastor en la aldea de Salem? El mero sonido de su voz me pondría a temblar en los días de fiesta y en los días de prédica.







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